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Santuario de la Virgen de La Cueva

El Santuario está situado a orillas del río Mon o de La Marea, en la salida de Infiesto por la carretera AS-254 en dirección a Campo de Caso.

El primer dato histórico que existe sobre el Santuario se remonta al siglo XVI, aunque hay leyendas que establecen su origen algunos siglos antes durante los comienzos de la Reconquista (siglos X-XI). El señor de la Torre de Lodeña tiene un sueño en el que se le aparece la Virgen María para pedirle que se le dé culto devoto el actual Santuario. Al acudir al lugar a verificar su sueño, encuentra en la cueva a un viejo eremita que venera una imagen de la Virgen.  El Señor de Lodeña reconoce en el hombre a un viejo amigo, un caballero portugués que había luchado contra los moros junto a las tropas castellanas. El portugués le relata que a la vuelta a su tierra tras la batalla su joven amada fallece, lo que le lleva a comprender lo efímero de la vida promoviendo la búsqueda de la eternidad a través de la meditación y la penitencia. Vaga por las tierras castellanas hasta que encuentra una figura de la Virgen María en una oquedad del actual Santuario y decide quedarse en el lugar. Al poco tiempo del encuentro, el portugués fallece y el señor de Lodeña promueve ardorosamente el culto a la Virgen María.

A finales del siglo XVIII el recinto estaba formado por dos grupos de capillas: la de Nuestra Señora del Carmen y la del Cristo, junto a la pequeña capilla de la Virgen de la Cueva. En 1858 la Reina Isabel II y el Príncipe de Asturias visitan el Santuario acompañados por San Antonio María Claret. Al poco tiempo el recinto quedó abandonado tras la desaparición de la Cofradía que lo mantenía. En el siglo XX se realizó una reconstrucción que cambió totalmente la fisonomía del recinto. En el Santuario se celebran anualmente la festividad de la Virgen (8 de septiembre), la ofrenda del Festival de la Avellana (primer sábado de octubre) y la misa rociera que tiene lugar durante la Feria de Abril de Infiesto.

De romería a la Virgen de la Cueva, por Gustavo Longo

El Santuario de la Virgen de la Cueva, por Gustavo Longo